Ballet La Fille mal gardée

Una carta de amor al campo inglés. Cuando La Fille mal gardée se estrenó en Covent Garden el 28 de enero de 1960, conquistó al instante a todos los espectadores. Inspirada en el ballet francés de Jean Dauberval, la versión de Ashton combina un buen humor exuberante con una tierna representación de la vida en el pueblo. Ashton, fundador y coreógrafo del Royal Ballet, buscó capturar el “pastoral frondoso de un sol perpetuo... la quietud suspendida de un paisaje de Constable de mi amado Suffolk, luminoso y tranquilo”. Los coloridos diseños de Osbert Lancaster dan vida al encanto del campo. La brillantez coreográfica de Ashton. Testimonio de la infinita creatividad de Ashton, el ballet está construido como una pieza de relojería compleja, con una coreografía técnicamente exigente que pone a prueba a los mejores bailarines del mundo. Ashton aprovechó al máximo el talento técnico de su elenco original —Nadia Nerina y David Blair— y esto se refleja en la virtuosidad de gran parte de la coreografía: múltiples piruetas, grandes levantamientos y pasos rápidos. Destacan el pas de ruban (danza de la cinta), donde Lise y Colas bailan entrelazados por una cinta, símbolo de su amor tierno. Para evocar la dicha del campo, Ashton también incluyó elementos de danzas folclóricas nacionales —desde danzas alrededor del mástil de mayo hasta un baile con zuecos de Lancashire para la viuda Simone—. La Fille mal gardée es un encantador ballet cómico que narra la historia de Lise, una joven campesina enamorada de Colas, pero cuyo tutor, la viuda Simone, desea que se case con un hombre rico para asegurar su futuro económico. A lo largo de divertidos enredos y situaciones cómicas, Lise y Colas luchan por su amor verdadero. La obra destaca por su frescura, humor y la mezcla de técnica clásica con elementos de pantomima. Esta producción de Frederick Ashton es un clásico del ballet inglés que celebra el amor juvenil y la vida sencilla del campo.